Viveiro vivió más de media hora de incertidumbre en un primer día de contrastes
El concierto de Slayer, cabeza de cartel, se vio gravemente amenazado por una fuerte tormenta eléctrica
Parecía que Galicia amanecía con calma… pero bien es cierto que las previsiones nos sugerían que algo iba a ocurrir el primer día de festival. Tampoco nos sorprende, teniendo en cuenta el imprevisible tiempo que puede llegar a hacer en el Norte… si hace unos años vimos al público en bañador y bikini (y a manguerazo limpio), esta era la ocasión para sacar el chubasquero. Que por cierto, fue todo un detalle por parte de organización, que en el momento de la primera tormenta distribuyó en barra a todo el que se acercaba chubasqueros rojos de SON Estrella Galicia. Pero esa es otra historia…
Después de la resaca emocional que nos dejó el cierre de Kvelertak en la Warm-Up del miércoles, las expectativas estaban por todo lo alto. El día comenzaba con una muy buena selección nacional: comíamos un primer plato a eso de las 14:30hrs con el doom de Cabeza de Caballo… contundente apuesta de unos andaluces que esperemos, dejen pronto su estado de hibernación (llevan sin publicar desde hace tres años), mostrándonos ‘Dölmenn’. Épicos, con tintes del heavy metal más primitivo, devastadores. Así nos dibujaron un concierto con el que compartieron hora los chicos de Lóstregos en el Ritual Stage. Los gallegos impactaban en una primera hora, de difícil convocatoria para muchos, que amenizaron con su impactante y profundo black metal, con temas de su ‘Alzamento No Norte’ y ‘Lendas Baixo O Luar’, en un setlist breve, pero intenso. Además, comentaron estar trabajando en un segundo disco del que pronto tendrán novedades.
Y así seguimos sin descanso para pasar por Trallery (Main Stage), Meltdown (Ritual Stage) y Catorce (Chaos Stage). Los mallorquines Trallery regresan a Viveiro, esta vez por todo lo alto, después de su estreno como ganadores del Band Contest allá por el 2014, para presentarnos ‘Spiritless’ en el escenario principal. Un stage que a pesar de su envergadura no les quedaba grande, ni mucho menos: tres son suficientes para mover a la masa que cada vez se animaba más a participar de su trash metal, pura adrenalina con la que muchos quemaron zapatilla en los primeros circle pitt del día.
En el Ritual Stage, cerca de las 16hrs, nos reencontramos con Meltdown, que está teniendo mucha actividad en estos dos últimos años por toda la nación; algo con lo que se están ganando además una creciente popularidad. Los de Hernani empezaron fuerte, pero con fallos técnicos (interrupciones a causa de las PA) que les impidieron hacer una entrada perfecta en el festival. Pero la profesionalidad de estos chicos no supuso una «mancha en el expediente», ya que su gran capacidad resolutiva hizo que el concierto incluso superara expectativas. Público y artistas, entregados de principio a fin, con un frontman capaz de transmitirnos la ira y rabia con la que su voz irrompe en el ‘From This Day To The Grave’ del pasado año. Por supuesto, tampoco olvidaron su primer trabajo publicado ‘I Refuse To Die Here’ con el que nos impactaron tres años atrás y que complementaron cerrando con su último tema publicado (y disponible en Spotify), la cover “One Step Closer” de Linkin Park.
Según acababan en el Ritual, Catorce se estrenaba en el festival sobre el Chaos Stage. Los sevillanos llegaban, muy ilusionados, a Viveiro con su gira «Arcadia» de 2019, presentando ante los allí reunidos su último disco publicado hace tan sólo unos meses
. Desde el primer momento, la profundidad con la que Jaime recitaba los primeros versos de estas poesías hechas música, se nos calaban en lo más adentro del alma.
Nos emocionaba tanto, temas como «Tannhäuser» o «Caribdis», que muchos coreaban (y a otros nos hacía contener la lágrima) por estas canciones. Porque Catorce es de esas bandas que quizás no se caractericen por su movimiento sobre el escenario, pero sin embargo, son culpables de llenarte y dinamizarte tanto como lo haría Crisix (en su género correspondiente), creando una atmósfera mágica bajo la cúpula del escenario. Un directo capaz de trasladarte y elevarte hacia el universo de ‘Arcadia’, un mundo interior con el que Jaime, José Miguel y Luis nos hacen explorar nuevas formas de entender la música. En conclusión, tres artistas más que necesarios en un festival como Resurrection Fest. Esperemos volver a verlos pronto, para despedirnos junto a ellos con «La Herida» una vez más.
Tras todos ellos, nos tomamos un descanso para volver con Crystal Lake y Bones Of Minerva, con horarios solapados y un público dividido que también dio mucho calor en el Desert Stage a la escena nacional. Dos bandas que además también habían tocado hace escasos días en Madrid, en el caso de Crystal Lake junto a los potentes Corrosive, a quienes entrevistábamos hace unos meses y por parte de Bones Of Minerva, sufriendo el calor y el ardiente asfalto de la tarde en Download Festival. Por parte de los asiáticos, a pesar de la aún tolerable lluvia, tuvieron una gran afluencia con la que de nuevo se metían al público en el bolsillo con su recién publicado ‘Helix’... una locura incombustible. Mientras, Bones Of Minerva nos hacía vibrar con su personal y exótico toque con el que Blue Rodríguez armoniza las melodías de la banda, que también sabe romper con su potente voz gutural.
Algo más tarde, volvemos a uno de esos solapes que también nos duelen. Gojira se presentaba en Viveiro con un buen repaso a todo su repertorio, pero nosotros decidimos que era buena oportunidad de ver cómo los excepcionales Caboverde se desenvolvían por primera vez en estas tierras gallegas. Pero esta banda, compuesta por Juan Blas, Javier Seisdedos, Pablo Ponz y Tweety Capmany, miembros de otras experimentadas que ya han pasado por grandes festivales, como es el caso de Minor Empires (Resurrection Fest, Mulafest, Tsunami Xixón) del que forman parte Juan y Javi, efectivamente se veía muy bien desenvuelta. Y así de seguros arrancaban con ‘La Peor Versión de Nosotros Mismos’. Un sonido limpio e impoluto que destaca por su originalidad… pocas bandas (o ninguna) ha llegado hasta Resurrection Fest con un sonido como el de estos chicos, una apuesta del festival que abre la ventana a bandas de rock alternativo de géneros menos extremos (y más bailables) dentro del marco de esta edición. ¿Será Caboverde precursora de una innovadora visión en cuanto a géneros en Resurrection Fest? Esperemos que sí, porque muchos de los que nos apuntamos a un buen pogo, también necesitamos corear himnos como «Tinta y Brea» o «Ley Estática y Estabilidad», con los que nos volvieron a enamorar.
Ya con Toundra íbamos calentando para los cabeza de cartel, Slayer y Parkway Drive. Pero quizás por la emoción de ver a estos otros artistas, parte del público parecía no centrarse tanto en las melodías como en sus conversaciones personales. Y esto nos hace realizarnos una pregunta más que necesaria… ¿es realmente valorada la música instrumental en España? Sinceramente, nos resulta muy triste ver como Toundra, que ha traspasado fronteras gozando de gran popularidad en Europa, con gran éxito tras su última gira, es sentenciada como «música ambiente» por parte de cierto sector (que efectivamente no sabe valorar este género) de Viveiro. Al menos sí, en las primeras filas, podíamos ver a atentos fans que no sólo respetaban a los madrileños, sino que se sumergían en un mundo, el de su «Vortex Tour», lleno de matices. Mientras Macón alzaba su guitarra, Esteban incitaba al público con miradas que desafiaban, en las partes más fuertes de sus melodías. Como anécdota, algo que se ha convertido ya en habitual en sus conciertos, el beso entre Esteban y Alberto en la primera mitad del concierto.
Hacia las 21:30hrs, una fuerte lluvia sorprendía a Viveiro, acompañada de una tormenta eléctrica que parecía no tener fin. Slayer estaba en el «ojo del huracán», con todo el público refugiado en las barras, parecía que todo se iba a torcer. Pero esto no podía acabar así… aunque fueron muchos los que decidieron marcharse, otros tantos tuvieron paciencia y esperaron a que la potente climatología se suavizara, con un espíritu más que esperanzador. Mientras se proyectaban mensajes desconcertantes en las pantallas del Main, cuentan que «entre bambalinas», los norteamericanos ya habían empezado a recoger cuando se les insistió en que regresaran una vez pasada la tormenta… porque un último concierto de Slayer en España no podía acabar sin un «Raining», pero con «Blood».
Así que una vez restablecida la seguridad y sin riesgos para el público,
Slayer ganó a la naturaleza, en el concierto más épico que seguramente hayan tenido en nuestra nación,
y con el que se despedían serios y notablemente emocionados. Más impresionante, imposible.
Llegamos a Parkway Drive con bastante lleno, a pesar de la estampida general provocada por la desafortunada lluvia, con muchas ganas de ver su esperado show. Lleno de sorpresas desde el principio, la banda decidía salir desde la zona Pandemonium hasta el Main Stage, pasando entre el público con grandes antorchas que les iluminaban en la ya caída noche. Presenciando todo un espectáculo, nos encontramos con una puesta en escena completamente trabajada, teatral… parecía como si estuviéramos viendo una película (a falta de las palomitas). Parkway Drive se metió al público en el bolsillo: entre sus potentes y afilados sonidos, la calidad completa de la banda y la imponente voz de Winston McCall, el fuego jugaba sobre el escenario n columnas verticales y otras horizontales, que se cruzaban, mientras también desde la torre de sonido sentíamos los más alejados el calor de las llamaradas. Una locura que nos dejó boquiabiertos con temas como «Dedicated», «Prey», «Carrion» o «Karma», repasando gran parte de su discografía, con la que aún sentimos emoción al revivirlo.
Finalmente, cerramos la noche con Brant Bjork. Un broche con el que relajarnos para preparar la jornada del viernes, con ese toque tan psicodélico que aportan a su particular stoner rock. Guitarras sexys, sonidos ácidos y parajes desérticos descritos a través de sus melodías hacían volar a un público atónito por la magia de Brant, conocido por ser uno de los músicos más relevantes del stoner rock, debido a su participación en la mítica banda Kyuss. En definitiva, todo un regalo en el primer día oficial del festival.