Rulo y la Contrabanda regresaban a Madrid el pasado 26 de Julio
El artista de Reinosa nos presentó un recorrido de más de 20 temas junto a su banda
El festival Ayutthaya acogió hace tan sólo unos días a la banda cántabra para presentarnos su ‘Basado en hechos reales’, dentro de un selecto repertorio de artistas que hasta el 2 de agosto continuará celebrando conciertos en el recinto de Coslada. Un escenario al aire libre con todas las medidas preparadas para afrontar la situación actual, y que sin embargo nos transmite una sensación de comodidad y familiaridad desde el primer momento: la colocación estratégica de palés separan las localidades, entre los propios asientos (sin respaldos, pero con cojines, todo un detalle de la organización) y unas grandes bolas que iluminan el entorno y hacen que la situación Covid-19 sea mucho más agradable en la experiencia concierto. Por supuesto, un sistema de QR con pago en tarjeta también permite pedir tus consumiciones sin ni siquiera levantarte y perder una sola canción. En definitiva una organización impecable y un trato exquisito que ha de recalcarse dentro de las actuales propuestas al aire libre como Abre Madrid o de interior, como en el caso de Crew Nation (La Riviera).
Sonaba por los altavoces un aviso: el concierto estaba a punto de empezar. La emoción del público se palpaba y era entonces cuando los focos se encendían para recibir a Rulo y su banda, acompañados de una gran ovación y unos primeros aplausos con los que arrancaba su «Todavía», el primero de todos y cada uno de los temas del ‘Basado en hechos reales’ con el que en más de una ocasión nos haría corear y levantar de nuestros asientos (con unas enormes ganas contenidas de abrazar amistosamente al público más cercano). Así continuaban con «Verano del 95», uno de los hits de su último trabajo que no reservó para el final, y aprovechando este arranque, cogía fuerza con «Me gusta» y «Me quedo contigo», dos cortes de ‘El doble de tu mitad’. Entre anécdotas, Rulo iba metiéndose (si aún más cabía) a todo su público, reivindicando la tierra que le vio crecer y a la que tan aferrado se siente, su Reinosa natal. De aquí nos hacía viajar una década atrás para corear «Mi cenicienta» y proseguir de manera equilibrada (entre lo antiguo y lo nuevo) con temas del nuevo LP. Cercano a nosotros, y agradecido, nos pedía también aplaudir a su equipo, que le ha acompañado en su mayoría en gran parte de sus dos décadas de carrera. Es en este momento en el que una voz de una niña sobresale de entre el público, alabando al artista y él, de manera altruista decide regalarle una camiseta como recuerdo de este día tan especial… ¡y qué importante es realmente educar a los niños, desde bien pequeños, en apoyar la cultura!
Continuamos con este increíble y estudiado setlist en el que se continuaban entremezclando momentos y recuerdos con temas de hace ya unos años como «Tu alambre», «Heridas del Rock and Roll» y «La flor» (donde el frontman nos contaba con total complicidad que era una canción que pensaba el público no iba a hacer suya, «era una patada en la entrepierna, una cosa muy rara, porque era una canción de siete minutos, antipopular» pero se impuso el público y así la hizo suya y partícipe de tantos directos, quizás por ese desencanto urbanita que además ahora tanto nos ha tocado vivir, llamando y preocupandose por ayudar más en estos momentos que nunca al prójimo) u «Objetos perdidos» que configuraban el momento central del concierto, concentrando cortes más conocidos por sus fans para finalizar con el repertorio restante de su ‘Basado en hechos reales’. La temperatura subió tanto que incluso llegaron a saltar las luces del escenario, lo que no impidió continuar el directo, alumbrados por todas las linternas de los teléfonos del público, creando un instante mágico en «Como la luna», aprovechando también para presentar a todos los músicos que le acompañaban sobre el escenario.
Entre las palabras que Rulo nos dedicó a lo largo del evento, encontramos agradecimientos «muchas gracias, cuídense muchísimo, gracias por haber venido y suerte» y también confesiones donde pedía ruido del público para comentarnos con complicidad «hubo una época de mi vida que con Fito y otro amigo íbamos a un par de bares, de lunes a domingo, unos ocho días a la semana porque algunos hacíamos doblete, y lo digo en serio… Había un momento de mi vida en el que yo no estaba a gusto ni con el mundo, ni con mi vida, ni con nada y ahí, en esos bares nos juntábamos lo que decían eran ser lo peor, pero para mi no era así. Era gente que necesitaba estar con gente igual, que compartía la misma desazón, y cuando estaba componiendo este último disco me acorde de esta época y de ese año de mi vida donde nada encajaba. Y sin darme cuenta, estaba componiendo esta canción que habla de esas noches duras, pero también poéticas y bonitas: «El blues de los sueños rotos».
Finalmente, cerraba el concierto con «La cabecita loca», «32 Escaleras» y «La última bala», dejando a todos entregados al 200% en un concierto que superó toda expectativa.